La directora finlandesa, una de las más solicitadas, debuta en el Liceu con tres óperas de un solo acto de Puccini.

El Periódico

Marta Cervera

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Susanna Mälkki (Helsinki, 1969) es una de las directoras de orquesta más solicitadas. Ha sido una de las mujeres clave para romper el techo de cristal en el podio a ambos lados del Atlántico. Este año termina su última temporada como titular de la Filarmónica de Helsinki, donde seguirá como directora emérita, y debuta en el Liceu con ‘Il trittico de Giacomo Puccini el próximo día 27.

¿Cuál es el mayor reto a la hora de afrontar ‘Il trittico’?

Es una obra de una enorme virtuosidad con una paleta enorme y extremadamente rica. Todas las obras son muy diferentes. Supone un desafío maravilloso. Hay una cierta identidad musical en cada una y es importante encontrar ese lenguaje. Como siempre en la ópera, música y teatro han de ir juntos. He tenido muy buena sintonía con Anna Ponces, que se ha ocupado de la reposición de la puesta en escena de Lotte de Beer en Barcelona. Hemos trabajado juntas la música y la acción escénica, imprescindible para poder apreciar la calidad de esta obra.

“En ‘Gianni Schicchi hay microacciones que dan mucho brillo. Son como las burbujas del champán”

Un tríptico con óperas muy diferentes. ¿Qué destacaría de ellas?

‘Gianni Schicchi’ es una comedia musical y en ese género el ‘timming’ lo es todo. La acción va muy rápido y has de ser muy precisa con la música. Pero no es difícil porque realmente es un placer dirigirla porque es divertida, chispeante, burbujeante. Hay una base de microacciones que dan mucho brillo a esta obra. Son como las burbujas del champán. Es un juego absolutamente magnífico que requiere una gran virtuosidad por parte de todos, cantante, orquesta y director. Es fantástico.

‘Suor Angelica’ e ‘Il tabarro’ son otros mundos.

En ‘Suor Angelica’ hay que intentar crear una catedral sonora buscando esa finura absoluta cuando Ermonela Jaho que canta ese pianísimo extraordinario. La orquesta debe hallar esa delicadeza y esos colores. ‘Il tabarro’ es melodrama, pasión y emociones fuertes. Cada ópera supone un desafío distinto. Tres puntos de vista que te obligan a ser un poco camaleónica. Cuando se ven juntas es algo único. Es como si fueran tres cuadros que concentran la comedia humana. Pura vida.

¿Había dirigido ya este tríptico?

No. Cada día aprecio más a la música de Puccini. ‘Il trittico’ es verdaderamente extraordinario. La música es rica, precisa. Funciona como un reloj suizo. Se nota que el compositor ama profundamente a todos los personajes.

“Lisa Davidsen es de otra dimensión, tiene un talento impresionante. No se la pierdan”

Es el primer Puccini de Lise Davidsen ¿Cómo ha sido preparar con ella en ‘Il tabarro’?

Es una cantante excepcional, increíble. Tiene algo único. No solo tiene inteligencia sino que domina el trabajo escénico y como canta ‘lied’ su paleta expresiva está llena de refinamiento y detalles. Solo con eso ya sería una artista extraordinaria pero es que, además, tiene una voz de otra dimensión. Nunca he escuchado nada igual. Con ella sientes una emoción increíble, hay una magia que pasa. Suena con una enorme potencia y grandiosidad sin forzar. Y me conmueve no solo por su voz, que es de otro mundo, sino porque posee una inteligencia musical extraordinaria.

Es un fenómeno.

El mundo de la música está a sus pies porque tiene un talento impresionante. ¡Y no exagero nada. Es realmente única!. Avisen a todo el mundo para que no se la pierdan. Una voz como la suya es algo extremadamente raro. Sobre todo por cómo combina la expresión para dar con el sentido musical de cada escena, de cada frase. Domina por igual el fortísimo y el pianísimo. Tiene una amplia gama expresiva. Me impresiona cada día. Además es simpática y no tiene nada de diva. Magnífica.

“Cada vez me interesa más la ópera y quiero dirigir obras del gran repertorio”

Su carrera ha estado más dedicada al repertorio sinfónico y la música contemporánea. ¿Se dedicará más a la ópera en el futuro?

Estoy intentando cambiar. Cada vez me interesa más la ópera y quiero dirigir obras del gran repertorio. Wagner y Strauss me interesan mucho. Provengo del mundo sinfónico y busco ese equilibrio entre ambos. Pero mi intención es consagrar más tiempo a la ópera porque adoro trabajar con cantantes y con la gente del teatro. Lo que me fascina de la ópera es las historias que cuenta y la magia del teatro con los decorados, las luces, el vestuario…

¿Siempre está presente en los ensayos desde el primer día?

Es importante estar en los ensayos escénicos, que empiezan mucho antes de trabajar con la orquesta. En ellos a veces surgen preguntas teatrales para las que el compositor tiene respuestas. Por eso es importante estar allí desde el primer día: para hallar soluciones y crear vículos con los cantantes y el director de escena. Todo eso después llega al espectador porque en esos ensayos se crea la base del montaje. Cuando se suma la orquesta al proceso, hay más distancia entre los cantantes y yo, y no solo física. Pero esa colaboración íntima desde el principio permite en el mejor de los casos desarrollar una especie de telepatía artística.